Hace pocos días Tino Fernández en su artículo para Expansión nos lo comentaba; Según los mejores expertos en temas de innovación y personas, para incorporar el espíritu innovador en las compañías españolas, es imprescindible crear un caldo de cultivo y un ambiente laboral en el que los empleados se sientan enganchados; Un clima que estimule y premie el reto.
Se trata de un entorno en el que se acepta el pensamiento diferente, en el que no hay una única respuesta correcta. Traer pensamiento externo a la organización es una posibilidad, estableciendo vías de integración de esa forma de pensar para crear ese caldo de cultivo. Lo primero es favorecer el entorno que celebre los éxitos pero que no penalice el fracaso, porque este es una oportunidad de aprendizaje. No debería pasar nada por asumir riesgos y fracasar en algún momento, pero el fracaso en España está muy castigado. En un proceso de creatividad e innovación se puede fallar en algunos pasos, pero en este país venimos de premiar por ser conservador. Ese pavor al batacazo es uno de los mayores frenos para la creatividad.
Las personas innovadoras exigen libertad; los procesos rígidos no compensan
Pilar Jericó afirma que “lo más importante para que se dé la creatividad es que se ha de producir un entorno adecuado. Para ello debe haber un jefe que permita opiniones divergentes (algo que no siempre ocurre, porque nos molesta que nos lleven la contraria o porque resulta incómodo); un clima laboral en el que los compañeros no penalicen ideas distintas; tiempo para ello (Google concede un 10% del tiempo de sus trabajadores para que éstos lo dediquen a innovar); el reconocimiento a esa creatividad (en la medida que se reconozca a las personas que son creativas que se está creando un referente para ello); y una cultura que se cuestione a sí misma y fomente la exigencia de ideas nuevas”.
Krista Walochik añade que, desde el punto de vista del directivo, la llegada o captación de empleados rupturistas es un reto para la capacidad de gestionar el cambio: “Cuando se busca y se encuentra a profesionales que pueden generar alternativas, eso resulta incómodo para algunos gestores, ya que inevitablemente se trata de integrar a personas que les van a retar”.
Manuel Yáñez, socio director de Psicosoft, también cree que “el fracaso no suele estar permitido”, y añade que “uno de los problemas para la creatividad en España es que esta no se potencia desde el sistema educativo. Luego, al saltar al mundo empresarial, es posible pensar, pero siempre dentro del modelo existente en la organización, sin salir de éste. En general, parece que piensa mejor quien tiene más cargo, y si se advierte que una persona es muy creativa, lo mejor es que se embarque en su propio proyecto”.
Buscamos originalidad pero también capacidad para que las ideas se puedan ‘aterrizar’
Krista Walochik considera que “el gran paso es buscar gente que piensa de forma distinta a nosotros; alguien que revoluciona la organización. Pero resulta definitivo lograr que esa persona pueda integrarse dentro de la compañía porque, de lo contrario, el sistema lo escupe. Buscamos originalidad –personas con respuestas diferentes, pero también con capacidad para que esas ideas se puedan ‘aterrizar’”.
Pilar Jericó coincide en que “la creatividad nace de la divergencia, de ver con ojos diferentes lo que todo el mundo ha visto. Es descubrir lo que otros no han descubierto, pero esta divergencia no siempre está bien vista en las empresas, y no sólo por parte de los jefes, sino también por los compañeros. En muchas organizaciones no se ponen los recursos para que ocurra, y no se valora en los equipos”.
Publicado revista Personas