Factores como el cambio climático y la búsqueda de energías alternativas en el transporte han provocado un cambio importante en las ciudades, que miran hacia un futuro sin emisiones.
Es posible que estemos viviendo uno de los mayores cambios en la industria desde hace dos siglos, el de la electrificación en el transporte y la búsqueda de combustibles alternativos al petróleo. Las causas son varias, pero, sin duda, el calentamiento del planeta ha sido uno de los detonantes de una transformación hacia un modelo energético libre de emisiones. Había que actuar ya de una forma decidida si queremos dejar un planeta sano a las generaciones venideras.
Las grandes ciudades del planeta concentran los mayores problemas de contaminación, y es el transporte uno de los principales responsables de que los cielos se vean siempre de color gris con la característica ‘boina’ compuesta por pequeñas partículas procedentes de los tubos de escape de los vehículos y de las chimeneas. Pero las ciudades han iniciado este proceso de cambio, de una forma tímida al principio y con actuaciones más serias en los últimos tiempos.
A las medidas para fomentar el uso del transporte público se han unido otras iniciativas como la creación de carriles específicos para bicicletas en el centro de las ciudades y también han aparecido los vehículos unipersonales de transporte, con patinetes, motos y bicicletas eléctricas que se pueden alquilar por minutos mediante un servicio de carsharing, en el que también se encuentra el coche compartido, presente en muchas ciudades.
En la actualidad, las grandes ciudades trabajan para buscar una solución en el transporte de última milla, es decir, el reparto de paquetes y pequeñas mercancías en el centro urbano, que se realiza desde los centros de distribución hasta los comercios o domicilios particulares, un sector que ha experimentado un notable crecimiento con el auge del comercio electrónico y el reparto de comida a domicilio. Los fabricantes ya ofrecen algunas soluciones de furgonetas y pequeños vehículos con tecnología híbrida o eléctrica pensados para recorrer esos últimos kilómetros, aunque la renovación del parque es bastante lenta por la falta de ayudas, los precios elevados y la escasa infraestructura de recarga.
ZONAS DE BAJAS EMISIONES
Un concepto nuevo que ha aparecido en los últimos años como consecuencia de las medidas encaminadas a frenar el cambio climático y reducir la contaminación en las grandes ciudades es el de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), una solución que en principio generó rechazo y polémica, pero que se ha ido implantando en más de 300 ciudades europeas. Los políticos son conscientes de la necesidad de mejorar la calidad del aire en las ciudades y esto pasa por limitar de algún modo el tráfico, inicialmente en el centro y en las zonas más congestionadas.
En España existen Zonas de Bajas Emisiones en Barcelona, Madrid y Sevilla, donde se limita el acceso a los vehículos más contaminantes –salvo con etiqueta ECO y CERO– y pronto serán muchas más, pues en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética se fija el 1 de enero de 2023 para la implantación de ZBE en municipios con una población superior a 50.000 habitantes, que en el caso de España son unos 150 en todo el territorio, estableciendo también la obligatoriedad a municipios de más de 20.000 habitantes en los que habitualmente se produzcan episodios de alta contaminación.
Traspasar la línea que limita las áreas de bajas emisiones con un vehículo que no cuente con la etiqueta de la DGT autorizada conlleva una sanción económica, que en el caso de Madrid y Sevilla es de 90 euros, y de 100 euros en Barcelona. Además, en el artículo 76 de la nueva Ley de Tráfico, en vigor desde el pasado mes de marzo, se considera como infracción grave no respetar las restricciones de circulación derivadas de la aplicación de protocolos ante episodios de contaminación y las zonas de bajas emisiones, y la sanción es de 200 euros.
La polémica está servida tras una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que anula la ZBE de Barcelona, aunque no se trata de una sentencia firme, y otras ciudades europeas como Londres, Roma y Berlín han apoyado esta forma de controlar el tráfico argumentando que cada año mueren en Europa unas 800.000 personas de forma prematura por la mala calidad del aire, y esta evidencia científica es una medida para salvar vidas.
Ana Sánchez
Experta en Transformación y Gestión del cambio
Mentoring | Formación | Ponencias
#MKT Digital
#liderazgo
#culturacorporativa
#Intraemprendimiento
#innovación
#transformaciondigital
Ana Sánchez
Experta en Transformación y Gestión del cambio
Mentoring | Formación | Ponencias