Traje impoluto con corbata, un maletín y el móvil siempre en la oreja, esa es la imagen que viene a nuestra memoria si pensamos en Wall Street y el mundo de los negocios, pero este ‘dress code’ está cambiando.
Las exigencias en el vestuario masculino están evolucionando y la corbata, el regalo estrella de las Navidades, está perdiendo protagonismo en los estilismos y se está convirtiendo en un complemento en peligro de extinción.
Esta tendencia nació espontáneamente en los noventa con los viernes ‘casual’ en grandes empresas y ya se está evangelizando como algo habitual. Sin duda, uno de los que reivindicó el cambio en el código de vestimenta fue Steve Jobs con sus jeans y su camiseta negra de cuello alto, todo un sello personal del creador de Apple.
Hoy en día no es difícil encontrar a ejecutivos de grandes compañías que huyan de la corbata en sus ‘outfits’, Jeff Bezos, Richard Branson y Mark Zuckerberg, son algunos de ellos. Al frente de grandes compañías como Virgin, Amazon y Facebook, respectivamente, no utilizan este complemento para acudir a su puesto de trabajo.
Pero no es algo que solo se de en los negocios, políticos como Barack Obama y miembros de la realeza como los príncipes ingleses, William y Harry, decidieron no ponerse este complemento en algunos eventos formales, algo claramente impensable hace algunos años.
El banco de inversión Goldman Sachs se ha sumado a esta preferencia, David Solomon, su presidente ejecutivo, envió una nota a sus empleados indicando algunos cambios en su atuendo laboral entre los que ya no era obligatorio lucir trajes a medida y corbata.
Esta decisión ya la tomaron hace algunos años son su área de negocio digital y se debe, según Solomon, a que los ambientes de trabajo están cambiando hacia entornos más informales.
¿Qué impresión da no usar corbata?
Esta es la duda existencial a la que se enfrenta un ejecutivo, la corbata es incómoda, pero se supone que da cierto estatus a quien la lleva. ¿Existe el riesgo de mostrarse menos profesional si decides no llevarla?
Las respuestas son dispares entre los especialistas y siempre dependerá del entorno en el que trabajes. Como hemos comentado anteriormente, hay empresas que ya han tomado una decisión al respecto, pero otras dejan esa determinación en manos de sus empleados.
Algo que va acorde con el momento, nos movemos hacia una era en la que la individualidad del empleado está por encima de la identidad corporativa, una cuestión que está en detrimento del uso de este complemento.
Los más críticos consideran que la corbata cumple el rol de crear la percepción de poder y esta concebida como una jerarquía de autoridad, una idea que puede contradecir las estructuras organizativas actuales en las que las relaciones son más horizontales y flexibles.
Si bien es cierto, en el caso de políticos y personajes públicos, el hecho de no llevarla tiene una estrategia detrás y la intención de convertirlos en personas más accesibles, aunque no siempre este gesto vaya acorde con la realidad.
Las grandes firmas de corbatas impulsan nuevas áreas de negocio
Este accesorio data del siglo XVII cuando entre los soldados que llegaron que llegaron a Paría para apoyar al rey Luis XIII se encontraban algunos croatas que portaban pañuelos anudados al cuello. Este detalle llamó la atención de los franceses y decidieron imitarlo.
Desde entonces, este retazo de tela ha ido evolucionando y convirtiéndose en un complemento necesario en la moda masculina.
Ana Sánchez
Experta en Transformación y Gestión del cambio
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