Patagonia es una empresa especializada en ropa y accesorios de montaña, exclusiva y muy concienciada. Y, desde hace unos días, nos pertenece un poco a todos. No contento con una más que conocida labor filantrópica durante décadas, su dueño, Yvon Chouinard, ha anunciado que donará el 100% de sus beneficios a causas medioambientales.
Sus campañas publicitarias pedían que no comprasemos sus productos si no los necesitábamos; abrieron una división para reciclar sus prendas e incluso llegó a demandar al ex presidente Trump por reducir la tierra protegida de un parque nacional de Utah… Con cada una de estas acciones, sus ventas se disparaban a pesar de sus exclusivos precios (le llaman en el mundillo de la moda deportiva la “Pradagonia”).
Aun así, había críticos que consideraban que solo se trataba de una acción de “greenwashing”, puro marketing. Sin embargo, Chouinard ha callado bocas: ha donado el 98% de los títulos exentos de derecho a voto a la ONG Holdfast Collective, mientras que el 2% restante (con derecho a voto) pasará a manos de una fundación para continuar con el desarrollo de la marca. Es decir, cada dólar no reinvertido en Patagonia irá directamente a la protección del planeta. Con este movimiento, no conseguirán ninguna subvención; al contrario, tendrán que pagar 17,5 millones de dólares en impuestos.
“Cuando empezamos a ser testigos del alcance del calentamiento global y la destrucción ecológica, y de nuestra propia contribución a esa situación, Patagonia se comprometió a usar nuestra empresa para transformar la forma de hacer negocios”, ha declarado Chouinard. “En lugar de extraer valor de la naturaleza y convertirla en riqueza, queremos servirnos de esa riqueza para proteger los recursos. Hacemos de la Tierra nuestro único accionista. Hablo muy en serio sobre salvar el planeta”, ha subrayado.
Cada dólar no reinvertido en Patagonia irá directamente a la protección del planeta
¿Una idea tan revolucionaria?
Ya en plena revolución industrial, magnates como Andrew Carnegie y John D. Rockefeller hacían grandes donaciones porque creían que debían “reestablecer el contrato social”. Al fin y al cabo, que sus empresas tuvieran éxito dependían de la “gracia del público”. Esa idea ha sido retomada en pleno siglo XXI.
El multimillonario Charles “Chuck” Feeny ha donado en vida toda su fortuna (más de 8.000 millones de dólares). “A aquellos que se preguntan acerca de dar mientras se vive: pruébelo, le gustará”, aseguraba el empresario que hizo un imperio con los Duty Free de los aeropuertos.
“A aquellos que se preguntan acerca de dar mientras se vive: pruébelo, le gustará”
Fuente Canal CEO
Ana Sánchez
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