“¿Sabes que esas chorradas que pones en marcha con las personas, funcionan?”, me comentaba un amigo hace escasas semanas, después de comprobar durante algunos meses el giro que lentamente iba dando su organización.
El culto a los resultados y a los beneficios impide reconocer la eficacia de las relaciones interpersonales. Se necesitan años de insistencia, no solo para demostrar la rentabilidad, sino para convencer de que la gran fuente de riqueza radica en las personas.
Cuando produce Calidad, obtienes cantidad, cuando se persigue prioritariamente cantidad, baja la Calidad.
Cuando en una empresa exiges y presionas continuamente para obtener resultados a corto plazo, y los consigues a base de tensión y miedo, solo produces desajustes y fallos (es como un coche al que se pisa el acelerador a tope, continuamente). Si en vez de exigir lo que nos interesa de los demás en cada momento, fijamos metas de común acuerdo y dejamos que el conductor gradúe su velocidad en función de las curvas y las rectas, aunque cometa fallos va aprendiendo por sí mismo: por orgullo propio, por necesidad de éxito, por necesidad de subsistencia.
Tener la inteligente generosidad de conceder intereses individuales en primera instancia, conduce a conseguir intereses comunes cada vez mucho mayores a continuación.
Si no confiamos en la persona, solemos partir de la base de que es alguien a quien hay que obligar a trabajar, no le interesa crecer, no quiere participar. Pues bien, toda persona que no quiere trabajar, crecer o participar, tiene unos motivos, es por algo. Cuando identificamos ese algo, viene el Triunfo.
El problema está en nosotros. Si nuestra postura de partida en la relación, no incluye los intereses de la otra persona, poco vamos a conseguir. Normalmente pretendemos que los demás hagan lo que nosotros queremos, como nosotros queremos y con nuestros parámetros. Ahí radica el fallo. Estamos prescindiendo de su participación como personas y por eso no responden.
Disfrutar dedicando tiempo a la gente, dirigir desde la cercanía que tanto nos asusta por pura ignorancia, y saber crecer en base a la proximidad de lo humano.
De esa forma transformaremos la economía: pasando del control a la observación de intangibles (comportamientos), de la cuantificación a la creatividad y a la innovación; en otras palabras: Aprendiendo a contemplar a la Persona como Arte y a confiar en ella.
Publicado revista Club de Calidad