El nuevo directivo, tiene que ser sobre todo un gestor de equipos, digamos mejor, de individuos. Para este nuevo papel pensar con el corazón puede ser la clave que nos permita contar con el afecto de empleados y clientes.
Las mejores estrategias pueden fracasar si no se llevan a cabo por las personas adecuadas. Cada vez más se necesitan equipos directivos excelentes que permitan conseguir los objetivos estratégicos e impulsar y transformar la cultura y el estilo de gestión. Ellos sabrán garantizar que todas las personas de la organización se desarrollen personal y profesionalmente.
Cada persona puede aportar mucho pero para eso hay que conocerla muy bien. Como dice José Antonio Marina, la verdadera inteligencia, la que termina en conducta, es una mezcla de conocimiento y afecto (uno tiene que ver con datos y el otro con emociones). En este sentido, la comunicación jefe-empleado es vital para el cumplimiento de los objetivos.
Las empresas han de hacer gran hincapié en aspectos tales como las encuestas de clima, el fomento de actividades que favorezcan la interrelación, el desarrollo del buen ambiente dentro del trabajo y cualquier experiencia que permita el crecimiento de aquellos que, en mayor o menor medida, realicen tareas relacionadas con la gestión de personas.
Corazón, mente y comportamiento. En las organizaciones las personas interactúan. El objetivo es mejorar la calidad de esas interacciones eliminado eficazmente todas las que resulten no productivas. De hecho, cuando una organización funciona, las personas ni siquiera reflexionan sobre el diseño de la organización.
La empresa necesita algo más que un buen diseño organizativo, necesita que las personas que la conforman abracen los cambios que hoy día se suceden irremediablemente con mayor frecuencia. Un apoyo importante consiste en ganarnos sus corazones y sus mentes, de esta forma estaremos creando mecanismos que conlleven los comportamientos necesarios.
Los mejores beneficios casi nunca se obtienen con memorandos, cifras, planes estratégicos, o márgenes, sino más bien buscando sus motivaciones, es decir, lo que puede dar sentido a las personas y entrega al equipo.
Siempre he creído que despertando emociones consigues los mejores colaboradores, los clientes más inspiradores, los mejores socios y los consumidores más fieles. Quizás llegue algún día en que el que exista un ratio que mida la relación entre beneficio y latidos del corazón porque… la emoción lleva a la acción.
Publicado revista Inland